martes, 8 de noviembre de 2011

Abandono de animales adultos: un problema frecuente



Lamentablemente en todas las ciudades se pueden observar a perros y gatos que son abandonados a su suerte al hacerse viejos, aunque hayan pasado toda su vida sirviendo, dando cariño, compañía y cuidado a sus amos.
La mayoría de las personas se ven atraídas por los cachorros y perros jóvenes, pero los perros ancianos no tienen la misma suerte, ya que muchas veces son abandonados aún estando enfermos. Muchos de estos perros y gatos de la “tercera edad” han vivido en condiciones lamentables la mayoría de su vida, por lo que en sus últimos años merecen la recompensa de un hogar amoroso y una persona responsable que le proporcione los cuidados necesarios, lo mismo que les gustaría a la mayoría de los seres humanos al llegar a la vejez. El responsable de que haya tantos animales abandonados viviendo en la calle es el hombre, por muchas razones: los perros con dueño no fueron castrados en su juventud, no se tomó conciencia de la responsabilidad de tener una mascota y cuando exceden los cuidados que tenían pensado darles, simplemente los abandonan sin importarles su destino.
Nunca debemos olvidar que nuestros hijos aprenden con el ejemplo: si ven que abandonamos a un animal, podremos ser abandonados por ellos mañana.

Los amantes de mascotas, que agradecen y reconocen el cariño diario que éstas brindan, la compañía que proporcionan, su amor incondicional, no logran entender cómo puede existir gente así. Por suerte existen ángeles de la guarda para animales abandonados, que los albergan y acompañan hasta el final de sus días.

El caso de Viejito, encontrado en Paraná Viejito, un perro adulto, fue abandonado hace unos meses en inmediaciones del Ferrocarril de calle Racedo, siendo auxiliado por voluntarios de la Asociación de Amigos del Antirrábico y de Ayuda Animal en estado alarmante de inanición y maltrato. Necesitaba donaciones de alimento balanceado de buena calidad, un medicamento veterinario llamado Cardial, y gotas oftalmológicas con antibiótico, así como cobijas, cucha, abrigos, leche, vitaminas. Quienes lo asistieron le brindaron el cariño y atención que sus dueños anteriores le negaron. Además de su estado de evidente abandono tenía tres fracturas expuestas que soldaron solas, sin atención veterinaria, y estaba casi ciego. La gente respondió donando las cosas solicitadas y él vivió con Nancy, su ángel guardián, hasta que su cuerpo no pudo más, pero al menos no murió solo y tirado en plena calle.

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