Lulú fue abandonada por su dueño, quien vivía en una pensión, y al ser
desalojado la dejó a ella en la calle. Fue castrada y refugiada en la casa de un
voluntario de la Asociación de Amigos del Antirrábico, hasta que le encontraron
una nueva familia. Aquí posó feliz junto a los más pequeños de la familia
adoptante.
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